15 de septiembre de 2013

1935, el año del Lobo.


En este apartado lugar, o en este lugar apartado, al que hemos llamado la Guarida del Lobo, vamos a ocuparnos de las películas licántropas, es decir, de esas obras cinematográficas que tienen como protagonistas a los hombres(y mujeres)-lobo. Es un género no demasiado extenso pero que cuenta, no obstante, con importantes hitos del séptimo arte. También hay estrepitosos bodrios, que de malas que son se terminan convirtiendo en cintas entrañables que uno no se puede perder.

Y para inaugurar este rincón, esta guarida de los que somos fanáticos de la garra, el colmillo y la lustrosa pelambrera, empezamos con un clásico de la Universal.
Pero no, no va a ser con el clásico de 1941, aquel conocido The Wolf Man, que iniciaría la saga de Larry Talbot interpretada por Lon Chaney Jr.
Muchos pensaran que el concepto de "reboot" en el cine es una tendencia moderna, fruto de alguna decadencia creativa de la industria que nos conduce al Ragnarok de la imaginación, en el cual, una vez alcanzado, a nadie se le ocurrirá nada nuevo que contar. Todo lo contrario, la estrategia de reescribir cada cierto tiempo a los personajes de la gran pantalla no es nueva en absoluto. Así que, sin ánimo de criticar la versión centrada en Larry Talbot, hay que decir que la película de 1941 era un reboot del primer intento de la Universal para lanzar al mítico ser híbrido hasta el nivel alcanzado por Dracula (1931), Frankenstein (1931) o The Mummy (1932).

Era el año 1935, Europa vivía convulsionada mientras Estados Unidos hacía frente a la crisis provocada por la gran depresión de 1929, con la estrategia de la New  Deal auspiciada por Roosevelt. Ese sería el año en el que vería la luz el primer largometraje sonoro (existen cintas de la época del cine mudo de las que ya hablaremos) y por tanto el bautismo cinematográfico de aquellos que aullan a la Luna llena.
En 1935 se estrenaba The Werewolf of London.



                        

La película introduce algunos elementos clásicos que después serán recurrentes, pero también hay muchos otros que hoy son habituales que no aparecen.

La historia comienza en las montañas del Tíbet, una expedición científica liderada por el botánico Dr. Wilfred Glendon, se ha detenido a causa de los sherpas que se niegan a continuar. El objetivo es encontrar la rarísima flor Mariphasa lupina lumina (que ya el nombre daba pistas), una especie que sólo crece en lo más recóndito de las montañas y que tiene la particularidad de abrir sus flores únicamente a la luz de la Luna llena.

Dentro de la mitología conocida del hombre-lobo encontramos que la "maldición" es transferida al ser herido por otro hombre-lobo (aunque en este caso es por las garras y no por mordisco), la posterior transformación por Luna llena y el ensañamiento con los seres más queridos cuando se está en fase de lobo. También hay otros detalles que luego serán habituales, como el hecho de que incluso estando en forma humana normal, los animales son capaces de sentir la licantropía, y así, vemos al gato del bueno de Glendon bufando, gruñendo y sacando las uñas, con el pelo del lomo erizado (espectacular la actuación del gato, aunque da la sensación de estar con el sonido doblado).

Sin embargo este hombre-lobo está lejos de las monstruosidades que se han visto después. A nivel estético, la transformación es bastante suave: un poco más de pelo en la cabeza y en las manos, patillas gruesas, orejas en punta, dientes afilados y garras.
La técnica utilizada para la transformación es la de stop-motion (paso de manivela) y es un claro ejemplo de lo lejos que se puede llegar con un trabajo artesanal bien hecho. Eso por no mencionar la escena en la que Glendon se transforma mientras camina. En esta secuencia se aprovecha el momento en el que pasa por detrás de cada una de las columnas que encuentra para ir cargando el maquillaje y crear la ilusión de transformación en movimiento; espectacular secuencia para la época, muy ingeniosa y efectiva.
En cuanto a la fuerza de este hombre-lobo, ciertamente parece aumentada. Lo vemos en esa escena en la que sale por la ventana. Pero por otra parte también hay otra en la que mantiene un mano a mano con un hombre normal aunque robusto. Así que parece que aunque fuerte, desde luego no es una fuerza sobrenatural.
A la plata no se hace referencia por ninguna parte y las balas normales le hieren como a todo el mundo.

Pero por supuesto, lo que no podemos olvidar al hablar de esta película, es la "secuencia controvertida" por excelencia, la seña de identidad que divide a los que la ven por primera vez. La primera ocasión en la que el Dr. Glendon se transforma, intenta inicialmente tomar de su laboratorio la savia de la Mariphasa (único remedio para inhibir la transformación). Pero ésta parece resistirse a abrir sus flores, así que Glendon huye del laboratorio, no sin antes ponerse una bufanda, una gorra y echarse sobre los hombros un capote (se ve que en el frío Londres hasta los hombres-lobo se pueden resfriar).

Esta escena a muchos les parece ridícula o simplemente no le encuentran sentido ninguno. Pero eso es porque la miramos con los ojos de hoy en día, pensando en un hombre-lobo irracional, poseído desde un primer momento por una rabia incontenible que lo destroza todo, algo así como un increíble Hulk con ardor de estómago. Sin embargo, eso llegaría con el tiempo, cuando las sucesivas películas fueron haciendo al lobo cada vez más monstruoso y cada vez más rabioso. En esta escena lo que podemos ver es a un licántropo que tiene ganas de matar, sí, pero razona, y se tapa para que no le vean transformado. Otro ejemplo lo encontramos cuando mata a una pareja en el zoo, que muy avispado él, libera al lobo para que no le echen las culpas a él.

No falta quien haya visto en esta versión del hombre-lobo alguna herencia del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (con su excelente versión de 1931 realizada por la Paramount), de modo que tendríamos algo así como un Dr. Glendon y Mr. Lobo. Bueno, la verdad es que algún parecido se puede sacar, y quizás eso explique esta escena tan humana al estilo de Mr. Hyde.


                         

Particularmente, soy un incondicional de esta película, y la cuento entre mis versiones preferidas. No niego que quizás sea por la propia simpatía que me produce que el protagonista sea un científico del gremio.
Desgraciadamente, el hecho de que en su momento la película no tuviera tanto éxito como el que se esperaba (y merecía), nos privó de volver a ver a Henry Hull interpretando al licántropo. Pero es que aquel fue el año de La Novia de Frankestein y así no había manera.

 Os dejo el enlace para que podáis disfrutar de la película completa. Espero que os guste.

Aullidos para todos.

R. Daninsky.
 

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